La formación estructurada en Braga ha comenzado con fuerza y con mucha madera… de juego. El curso al que asistimos lleva por título “Board Games for Inclusion, Digital Education and Sustainable Cooperation”, y el escenario del estreno no pudo ser más apropiado: la ludoteca municipal de Braga, un lugar que ya desde su nombre promete dinamismo, creatividad y participación.
Allí nos esperaban nuestros anfitriones: Alberto, profesor de matemáticas portugués con una energía contagiosa y una pasión arrolladora por los juegos de mesa, y Dina, profesora de Letonia que colaboró con él en la dinamización de la sesión. Junto a ellos, conocimos también al grupo internacional que compartirá esta semana con nosotros: docentes procedentes de Martinica, Croacia, Portugal y España, todos con ganas de aprender, compartir y pasarlo bien.
Desde el primer momento, Alberto dejó claro que este no sería un curso teórico al uso. A través de una selección cuidada de juegos de mesa, nos fue mostrando cómo estas herramientas pueden convertirse en auténticos aliados educativos en contextos de inclusión, desarrollo cognitivo, trabajo en equipo o aprendizaje emocional.
Probamos juegos como Pelusas, especialmente indicado para alumnado con dificultades intelectuales; Pictures, ideal para trabajar la comprensión y descubrir cómo interpretamos la información de forma diferente; o el ágil y divertidísimo Just One, perfecto para romper el hielo y fomentar la comunicación en grupo. Solo llevamos una jornada, pero ya intuimos que la figura de Alberto será clave en el éxito del curso de : no solo sabe lo que hace, sino que transmite cada idea con una convicción admirable.
Además de jugar, conocimos la historia de este proyecto. En 2014, Alberto presentó al ayuntamiento de Braga una propuesta de creación de una ludoteca pública. No fue atendida. Sin embargo, en 2018, su iniciativa fue premiada a nivel nacional y entonces, sí, la Câmara Municipal quiso saber más. Así nació este espacio que hoy es punto de encuentro, herramienta educativa y motor de cohesión social para la ciudad. Una demostración de cómo las buenas ideas, cuando se persiguen con determinación, acaban encontrando su lugar.
Después de una mañana intensa, nos dejamos guiar por los consejos locales y fuimos a comer a un restaurante cercano, con menú portugués y sobremesa lúdica incluida: una partida de Skull, donde el equipo unipersonal del San Pedro de Alcántara salió vencedor. Eso sí: no fue estrategia ni inteligencia, sino pura suerte (lo confesamos sin rubor).
Para cerrar el día, nos montamos en la furgoneta de la que Alberto se muestra especialmente orgulloso (en funcionamiento desde 1993) y visitamos uno de los lugares más emblemáticos de Braga: el Santuario do Bom Jesus. Si estas leyendo estas líneas y no lo has visitado te recomendamos hacerlo, o en cualquier caso , si no puedes hacerlo, echar un vistazo en internet para que te hagas una idea de lo especial de este emplazamiento. Tras la merecida caminata y unas cuantas escaleras, nos recibieron unas vistas impresionantes de la ciudad. Un lugar mágico que nos sirvió como perfecto punto y seguido para esta formación tan prometedora.
Seguimos trabajando, seguimos aprendiendo.
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