Hay algo especial en ir caminando al trabajo. Puede que sea la brisa de la mañana, el ritmo tranquilo del paso o simplemente la novedad de no tener que coger el coche para recorrer una hora de curvas camino a Alcántara. Sea lo que sea, empezar el día así es un lujo que aquí estamos saboreando.
Y como buenos exploradores de lo cotidiano, nos mimetizamos rápidamente con la rutina local: meia leite y pingado en mano, nos acomodamos en la sala informal del profesorado (sí, la del café de verdad). Esta vez no llegamos con las manos vacías. Traíamos refuerzos desde el barrio de San Roque: las célebres magdalenas que han cruzado fronteras y paladares. Solo unos pocos elegidos han tenido el privilegio de probarlas, y los que lo han hecho, lo saben: no se olvidan.
Con la cafeína justa y el azúcar necesario, arrancamos nuestra apretada agenda. La primera parada fue en la clase de arte de Márcia, donde nos enseñaron la plataforma digital que utilizan en Portugal. Una especie de Rayuela a la portuguesa, aunque aquí cada centro elige y paga su propia herramienta. Además, pudimos observar cómo los alumnos trabajaban en proyectos de grupo cuyos resultados finales no acabarán en un cajón, sino decorando pasillos y espacios comunes del instituto. Una forma preciosa de dar valor a lo que hacen. Cerramos la sesión con el testimonio de un grupo de alumnas Erasmus, que compartieron su experiencia en una movilidad internacional junto a Hungría, Lituania y España. Inspiradoras, cercanas y con ganas de más.
Después fue el turno de Juan Alberto Calafate y Maria João Silva, que nos dieron una visión más amplia del trabajo en el centro. Juan Alberto nos explicó el funcionamiento del departamento de Educación Física, que cuenta con recursos que ya quisiéramos muchos: piraguas, tablas de surf, material de remo. Dado que son un centro de referencia en el ámbito de Educación física organizan actividades para los centros que se lo solicitan desde diferentes áreas del país. También nos hablaron de proyectos interdisciplinares que combinan deporte, ciencia y medioambiente, como el análisis del agua de los ríos Támega y Ovelha. Maria João, por su parte, nos introdujo en el PAA (Plan Anual de Atividades), muy similar a nuestro plan de actividades extraescolares. Un dato curioso: en secundaria no se pueden hacer viajes de estudios de más de un día, pero en FP sí. Al parecer, la diferencia está en la financiación y la oferta de actividades en igualdad de condiciones a todos los alumnos. Y en la burocracia, claro.
Tras esta intensa sesión, nos reunimos con Paola y Luís, coordinadores de Humanidades y de tutores. Nos contaron cómo gestionan todo lo relacionado con los alumnos, sus propuestas de mejora y cualquier asunto que pueda surgir, todo bien centralizado en su plataforma informática. A partir de ahí, comenzamos a hacer comparaciones entre su sistema y el nuestro. Y esa es, al fin y al cabo, una de las mejores partes de estos encuentros: descubrir otras formas de trabajar que nos inspiran y nos animan a mejorar.
Llegó el momento de “almorçar” y lo hicimos en la cantina, como uno más, compartiendo mesa con Marta, Juan Alberto, la directora Berta y, por supuesto, Márcia. Mesa potente: casi todo el equipo directivo. Después del correspondiente y obligatorio café , Marta (jefa de estudios y gestora económica) y José (el nuestro, el secretario del centro) debatieron y realizaron un análisis comparando la gestión educativa en Portugal y España. La conclusión fue clara: compartimos muchos de los problemas, aunque se gestionen con matices distintos. Y también compartimos algo más importante aún: la pasión por esta profesión, que a veces no tiene más recompensa que la satisfacción del trabajo bien hecho.
Y hablando de pasión, cerramos el día con Macario, profesor de tecnología y electrónica. Un auténtico entusiasta de lo que hace, con experiencia en múltiples campos y una clase donde la creatividad fluía como los circuitos que diseñan sus alumnos. Nos enseñó proyectos en 3D, aplicaciones electrónicas y hasta nos contó cómo sus estudiantes van a colaborar este fin de semana con los bomberos en un evento competitivo. Lo dicho: pasión en estado puro.
Con el buen sabor de boca que dejó su clase y el ofrecimiento de un último café (en esta ocasión lo declinamos amablemente) dimos por finalizada la jornada. Una jornada larga, sí, de mañana y tarde, algo a lo que no estamos acostumbrados… pero que sin duda mereció la pena.
Seguimos sumando experiencias, aprendizajes y pasos (literalmente). Mañana más.
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